Desde el punto del habla. El siglo XX ha supuesto una revolución en todas las áreas del conocimiento, desde la física de partículas hasta la biología marina, y la lingüística entendida como una disciplina científica no iba a ser distinta en eso. Gran parte de la culpa de la revolución, del giro copernicano que le tocó asumir a la lingüística en el siglo pasado, es, precisamente, de la palabra que abre el tercer apartado de La Comunicación en vuestro temario: “Texto”. Durante dos mil años, el estudio de la lengua fue heredero de la tradición grecolatina. Algo así como el estudio de las normas que rigen en determinado idioma la correcta escritura de las palabras y que permiten unirlas entre si con corrección. Digamos que se imitaba el proceder del estudio de la gramática latina en el resto de las lenguas modernas, con lo que la perspectiva de la lingüística era casi la del estudio de una lengua extranjera. La descripción de la lengua tomaba como modelo la disección de cadáveres; así sus descriptores ilustran los elementos de un idioma como mirados a través del microscopio. Dentro de la “palabra” encontramos descriptores tales como “fonema” (unidades sonoras), “morfemas” (unidades mínimas con significado gramatical), “sustantivo”, “adverbio” etcétera; y más allá de la palabra tenemos descriptores sintácticos, que aluden al tipo de relación que se establece entre las palabras en el seno de la oración: “complemento directo”, “predicado”, “oración subordinada adjetiva” etc. Esto funcionó durante 2000 años, pero en el siglo XX los científicos, acostumbrados por el método empírico a constatar el conocimiento a través de la experiencia, quisieron poner a prueba todo este saber heredado de la gramática. Así comprobaron que en el uso cotidiano de la lengua se violan, casi sistemáticamente, muchas normas tradicionales de la gramática sin que esto afecte al entendimiento entre las personas. Más aún, desde una perspectiva histórica (diacrónica) vieron c como alguna de estas incorrecciones se convertían en la norma o viceversa; y lo más importante de todo, constataron que mientras la “oración” había sido el último eslabón del estudio de la lengua, se trata de una unidad que los humanos apenas utilizamos para comunicarnos entre nosotros, y que no basta para explicar la mayoría de los intercambios comunicativos. (Lengua y literatura ciclo superior) Uno de los rasgos que caracteriza al texto es ser "unidad de comunicación", no el poseer una determinada forma o estructura. El texto como unidad teórica no tiene una extensión prefijada. Su concepción depende de la intención comunicativa. Así pues, un examen, un poema, un anuncio publicitario son ejemplos de la variedad de textos que pueden formar parte de nuestro análisis. No existe una definición inequívoca del texto. No hay acuerdos sobre si el concepto de texto debe reducirse al plano de la adecuación, del habla, o si es una entidad que tiene también una dimensión en el plano de la lengua o sistema. Es evidente que el texto posee: Un carácter pragmático: forma parte de un proceso comunicativo en el que adquiere su sentido Un carácter semántico: lo caracteriza un significado global. Un carácter sintáctico: organización en su estructura interna, ya que los enunciados se relacionan en función de unas reglas. (Fundamentos teóricos y aplicaciones prácticas) Pragmática. La Pragmática es una rama de la lingüística que estudia el lenguaje en su relación con el contexto de uso, es decir, cómo los hablantes utilizan e interpretan los enunciados en situaciones reales de comunicación. A diferencia de otras ramas de la lingüística que se centran en la estructura interna del lenguaje (como la sintaxis o la semántica), la pragmática se ocupa de lo que "queremos decir" más allá de lo que "decimos literalmente". En esencia, la pragmática analiza: La intención comunicativa: Qué busca el emisor al emitir un mensaje (dar una orden, pedir algo, expresar una emoción, ironizar, etc.). El contexto: Cómo la situación, el lugar, el tiempo, el conocimiento compartido entre los interlocutores, la relación entre ellos, y los factores socioculturales influyen en la producción y comprensión del mensaje. La inferencia: Cómo los receptores deducen el significado implícito de un mensaje, basándose no solo en las palabras, sino también en el contexto y en sus conocimientos del mundo. Los actos de habla: La idea de que al hablar, no solo "decimos" algo, sino que también "hacemos" algo (por ejemplo, al decir "Te prometo que iré", no solo informas, sino que realizas el acto de prometer). Las implicaturas conversacionales: Lo que se da a entender sin decirlo explícitamente, siguiendo principios de cooperación en la conversación (como las máximas de cantidad, calidad, relación y modalidad de Grice). Fenómenos como la ironía, el sarcasmo, el humor, los eufemismos y los dobles sentidos, donde el significado literal difiere del significado intencionado. En resumen, la pragmática es fundamental para comprender cómo la comunicación va más allá del simple significado de las palabras, analizando la interacción entre el lenguaje, los hablantes y el contexto para desentrañar el sentido real de lo comunicado. Con el término pragmática se presenta una disciplina o campo de estudio cuyo objeto y límites no están claramente definidos, dada la diversidad de orientaciones, corrientes de investigación o disciplinas, que se reúne bajo este rotulo, lo cual ha tenido como consecuencia una considerable multiplicidad en los intentos de definición de la Pragmática. El sentido etimológico de la palabra, del griego, acción, ejecución' , 'actuar, realizar', queda recogido en la Pragmática como estudio del lenguaje en tanto que acción: qué se hace al decir algo, o cómo hacer cosas con palabras, según reza el título del conocido trabajo de John L. Austin , cuya teoría de los actos lingüísticos, junto a la «teoría de los actos de habla» de su continuador, el americano John Searle pone de manifiesto que el lenguaje es también una forma de conducta y, de este modo, se cuenta entre los trabajos no lingüísticos fundacionales de la Pragmática -aún sin nombrarla-. Para Searle «hablar una lengua es tomar parte en una forma de conducta (altamente compleja) gobernada por reglas»; el uso del lenguaje, como el juego, está regido por reglas, las cuales es preciso dominar para dominar una lengua. Aun cuando parece poco probable que influyeran en el desarrollo de las ideas de Austin las Investigaciones filosóficas de Wittgenstein, es innegable el paralelismo existente entre la teoría de los actos de habla de Austin y Searle y la «teoría del juego del lenguaje» del filósofo austríaco. Su aportación, fundamental, a la Pragmática, como las de Austin y Searle, se inscribe en el ámbito de la filosofía del lenguaje. Según Wittgenstein, el significado de una palabra es su uso — individual, libre, a la vez que socialmente regulado— en el lenguaje; las expresiones verbales adquieren su sentido únicamente en relación con las actividades, o «juegos lingüísticos», de las que forman parte. Sea cual fuere la perspectiva adoptada por cada una de las orientaciones que la Pragmática engloba, el denominador común a todas ellas es su preocupación por las relaciones entre las expresiones lingüísticas, los participantes comunicativos y el contexto en el que aparecen, o, lo que es lo mismo, la consideración de «el lenguaje en uso». Entre las contribuciones esenciales a las investigaciones pragmáticas, quiero referirme brevemente a la Retórica clásica, ya mencionada anteriormente como antecedente remoto y fundamental de la lingüística textual. En tanto que arte de la persuasión por la palabra, la Retórica tiene como finalidad la consecución de un discurso, con apariencia de verdad, que sea eficaz: capaz de emocionar, conmover {moveré) al juez y/o al auditorio en favor de la causa defendida. Para la Retórica, pues, hablar, esto es, pronunciar un discurso lleva implícito el sentido de 'acción', de 'ejecución' al que etimológicamente remite la palabra «pragmática»; sentido que se concreta y se hace manifiesto a través de la actio o pronuntiatio, la operación retórica pragmática por excelencia, la de la «ejecución» del discurso, que toma en consideración no sólo la voz y la entonación, sino también los gestos, los movimientos y hasta la indumentaria del orador: en la actio se funden el «actuar» en el discurso (efectivamente realizado) y por el discurso, como materialización de la intención del orador de captación de la voluntad del juez y/o el público oyente. Por otro lado, la gran Retórica incluye el estudio del carácter y de las pasiones humanas como fuentes de la persuasión (psicagogía). En tanto que ciencia del lenguaje, del discurso, más que ninguna otra disciplina es la Retórica ciencia del «lenguaje en uso». Y en general, la Retórica considera el discurso en sí, la res y la verba que lo constituyen, siempre en relación con los participantes comunicativos, el contexto en el que se inserta y los demás elementos de la comunicación, de modo que su identificación con la Pragmática puede ser casi absoluta. De entre los «usos del lenguaje» en los que la Pragmática se ha adentrado y con cuyo estudio ha progresado destaca el literario. Al igual que sucediera en el ámbito de la Lingüística, la Pragmática vino a ampliar los horizontes formalistas de la Ciencia literaria, una vez que el acercamiento restrictivamente inmanentista a la literatura, asumida ya la textualidad de la obra literaria, había tocado techo sin llegar a proporcionar explicaciones satisfactorias del fenómeno literario. La Pragmática literaria supone, por un lado, el tratamiento de la obra literaria, del texto literario como un acto de habla de características especiales, el acto de comunicación literaria; ello implica la consideración del texto en su contexto, con todo lo que ello conlleva. Por otro lado, desde un punto de vista teórico-literario, el estudio desde presupuestos pragmáticos de la literatura apunta como criterio a la hora de definir la literariedad de la obra de arte verbal una convención de uso de naturaleza social». Pragmática y Lingüística del texto. Mientras la Pragmática da cuenta de la dimensión social y comunicativa del lenguaje, la Lingüística del texto, por su parte, puesto que se ocupa del lenguaje, el «lenguaje en textos», ha de atender también al lenguaje en tanto que comunicación; esto es, al texto como unidad comunicativa. Con la incorporación de la Pragmática a la Lingüística, ésta amplía sus horizontes: lo «lingüístico» y lo «extralingüístico» (o pragmático) se unen en el nivel textual, adquiriendo dimensión semiótica La 'competencia textual' es, de este modo, «competencia comunicativa»: «la capacita del parlante d'impiegare adeguatamente il linguaggio nelle varié situazioni»), y, por otro lado, la Pragmática lingüística se convierte en Pragmática lingüístico- textual, al llevarse a cabo la comunicación lingüística por medio de textos. «La pragmática se ocupa, pues, —en palabras de T. A. van Dijk— de la relación entre la estructura textual y los elementos de la situación comunicativa sistemáticamente ligados a ella: todos estos elementos juntos forman el contexto».
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