A día de hoy la situación de los refugiados sirios es la mayor crisis humanitaria a la que se enfrenta Europa desde la segunda Guerra Mundial. Ya son más de 4.8 millones de personas las que se han convertido en refugiados abandonando sus casas y buscando refugio seguro en países vecinos como Líbano, Jordania, Irak, Turquía y Egipto donde soportan unas condiciones de vida que siguen deteriorando y que por ahora no encuentran solución a este conflicto.

Las cifras son escalofriantes, Turquía aloja ya más de 1,9 millones, Líbano 1,2 millones, Jordania 650 000, Irak cerca de 250.000 y Egipto 135.000. Otros países árabes, como Arabia Saudita, Qatar y Kuwait, cerraron sus fronteras y no aceptaron solicitudes de asilo.

Ahora bien, la salida de Siria supone para los refugiados únicamente la seguridad de escapar de la tensa situación bélica que sufre su país. En el momento de cruzar la frontera surgen nuevas complicaciones que comprometen si cabe más su delicada situación.

Debido a las circunstancias ya de por sí complicadas que viven estos países de asilo, las dificultades que éstos están encontrando para realojar de forma digna tal avalancha de solicitudes, a las precarias condiciones económicas de los refugiados y el elevado coste vida que se encuentran en estos nuevos países (tal es el caso de los refugiados que entran en El Líbano), muchos refugiados sobreviven en condiciones lastimosas en campos de refugiados donde el acceso a necesidades básicas como el agua o los medicamentos es mínima pese a los generosos esfuerzos de sus habitantes y esta situación alimenta a su vez la posibilidad de disputas entre los propios refugiados y de prácticas como la mendicidad o los matrimonios entre menores.

En campamentos prácticamente improvisados como el de la isla de Lesbos, Idomeni, Alepo, o el asentamiento de Za´atari en Jordania que llegó a alojar en julio de 2013 la cifra de 144 000 refugiados se amontonan de forma temporal miles de refugiados que solo encuentran ayuda en el Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR) y en los voluntarios llegados de todo el mundo que intenta hacerles menos duro su traumático viaje huyendo de la guerra, a pesar de la falta de medios, financiación y la escasa voluntad política.

¿Y los poderosos países de Europa? Únicamente Alemania parecía aportar datos ligeramente esperanzadores, ya que había prometido 39.987 plazas para refugiados sirios a través de su programa de admisión humanitaria y del patrocinio individual, aproximadamente el 54 % del total de la UE. Sin embargo recientemente ha aprobado una ley de integración por la que condiciona el asilo siempre y cuando el refugiado se comprometa a asistir con carácter obligatorio a cursos de alemán porque el conocimiento del idioma será indispensable para acceder al mercado laboral, serán sometidos a evaluaciones periódicas , no podrán negarse a ofertas de empleo y estarán sujetos, entre otros, a imposición de domicilio.

Excluidas Alemania y quizá Suecia y Serbia, los 26 países restantes de la UE han prometido unas 8700 plazas de reasentamiento, menos de un 0,2 %. plazas de la población refugiada siria en los principales países de acogida. Es decir, datos que se alejan mucho de los esfuerzos que están haciendo países más desfavorecidos como Turquía. La situación de España es bastante triste, pues estamos a la cola de refugiados alojados, ocupamos el puesto 26 de los 27 países de la UE en el año 2013, tan sólo por encima de Estonia y nuestras cifras son ridículas. El año pasado, nuestro país sólo atendió a 5.947 solicitudes, lo que representa el 0,95% del total de las que se presentan en toda la UE. De todas ellas, el Ministerio del Interior concedió la protección internacional a 1.585 personas y denegó el 56% de las peticiones.

Respecto a las avalanchas incontroladas de refugiados ilegales que han arribado en las costas europeas desde el inicio del conflicto. El 18 de Abril de este mismo año los países de la UE y Turquía firmaron un polémico tratado por el cual todos los llegados de forma ilegal antes del 20 de marzo serían retornados de forma forzosa y realojados en Turquía a cambio de 6000 millones de euros de compensación económica y una serie de beneficios añadidos para los ciudadanos turcos en Europa. Este tratado se justificaba entre otros motivos por la necesidad de destruir las redes de traficantes de personas pero ha suscitado la protesta de varias ONGs que consideran que viola la legislación internacional de derechos humanos.

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